En mi caso, la necesidad de escribir está relacionada con mi incapacidad de expresar emociones de forma oral. Me convertí en adicta a la lectura cuándo descubrí a Agatha Christie. Tenía doce años y unas ganas enormes de encerrarme en un mundo paralelo al mío. Devoré cuanto libro encontré e hice de la lectura mi refugio. Al crecer encontré otros grandes autores. En secundaria por supuesto fue la autora de Diez Negritos y Asesinato en el Orient Express mi escritora favorita, pero en preparatoria me nutrí de la filosofía de Herman Hesse y este autor y su Lobo Estepario me definieron. En la Universidad leí de todo, Best sellers, novelas de misterio, etc, pero no encontré grandes autores que me volvieran a ¨marcar¨ hasta que llegué a los cuarenta. Así es, a mis cuarenta años estoy descubriendo a los grandes autores latinoamericanos, tan cercanos y tan poco valorados, por lo menos por mí. He descubierto a Borges, a Cesar Vallejo, Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, Octavio Paz y por supuesto a mi nuevo favorito Julio Cortázar. Me identifico con ellos y con muchas de sus historias y tengo una sed enorme de tiempo para poder aislarme en ese mundo sólo mío y del autor en turno. A Julio lo tengo de amante desde hace cuatro años, siempre duerme junto a mí.